Portada

Enlazamé

jueves, 8 de diciembre de 2011

Collegio D'Amore. Epílogo

Epílogo


Honrando a los muertos.



Pasaron quince años de aquel fatídico día en el que la mayoría de sus compañeros del WhiteSoul habían perdido la vida a manos de aquellos criminales. Al menos todos habían sido detenidos por los policías. Paul se había salvado gracias a que nadie testificó en su contra. Nadie sabía que Paul había sido cómplice. Lo único que sabían era que había sido hijo de uno de los jefes. Todos los cuerpos habían sido encontrados y enterrados en uno de los cementerios más viejos de Madrid. Incluido el de la madre de Paul, considerada víctima. Todos los años, los que quedaban vivos iban a honrar a los muertos en aquel día. A todos les había ido bien en la vida. Habían heredado la fortuna de sus padres, tenían una buena casa, amigos y sobre todo una gran familia. Olly y Blad, como era de esperar, se habían casado un año después de aquel día. Sus padres, los de ambos, no pudieron creerse aquella noticia. Les parecía una noticia de locos, pero no se opusieron a la boda, pues vieron como sus hijos estaban cada vez más felices juntos. En ese momento tenían dos hijas mellizas de diez años llamadas Melanie y Helena. Melanie era exactamente igual a su abuela. Excepto por un detalle, era morena al igual que su padre. Helena, sin embargo, había salido a la familia de Blad, pero era rubia. Aitor y Jenny también se habían casado, pero mucho antes. Lo mantuvieron en secreto hasta la boda de Blad y de Olly, a Melanie casi le da un infarto cuando se enteró de que su hija se había casado dos meses después de que la secuestran. Tenían dos hijos. Uno de ellos se llamaba Raúl. Tenía catorce años, casi quince. Raúl era igualito a su padre, una réplica exacta de él. Jenny se había quedado embarazada el primer día que les encerraron, cuando durmieron juntos.
El otro hijo de ambos se llamaba Daniel. Éste tenía once años. Daniel era rubia y sus ojos eran iguales que los de Olly. En todo lo demás, era exactamente igual que Aitor. Paul e Irene también se casaron, por supuesto. Tenía solamente una hija llamada como su madre. Era exactamente igual a ella, pero con el carácter de su abuela paterna. Tenía nueve años recién cumplidos. Kate y Jake estuvieron un tiempo saliendo juntos. También se casaron, pero su relación era la más tirante, siempre estaban peleando, pero siempre se reconciliaban. Tenía tres trillizos de once años. Sus nombres eran Carlos, Carolina y Esteban. Los niños eran igualitos a Jake y, Caroline era igualita a Kate, pero sin embargo todos se parecían muchísimo. Stefan y Annia también se casaron. Tuvieron una hija a la que llamaron Emma, en honor a la ex-novia de Damon. Tenía ocho años y era como Damon, pero en chica. Damon nunca se olvidó de Emma, pero sin embargo encontró pareja. Ella se llamaba Crystal y era una estudiante de intercambio de EE.UU. Se chocó con Damon por la calle y, se quedó prendada de él al instante. A él le costó unos meses pero finalmente lograron casarse. También tuvieron un hijo, al que llamaron Iker. Iker era como Stefan, pero con el carácter de Damon. La hija de Alma y Leo, estos aún no estaban casados, se llamó Amor. Amor era pelirroja, como la madre de Alma, y sus ojos eran de color marrón chocolate. Helen y Edward eran una buena pareja. Se habían casado, pero no tenían hijos, aunque les gustaría tenerlos pronto. Sirius y Natasha, sin embargo, se casaron y tuvieron dos hijos que se llamaron como ellos. Contra todo pronóstico, Miguel e Isabella empezaron a salir juntos. No se habían casado y ambos cuidaban al hijo de Isabella y Scott, llamado como su padre... Todos al fin pudieron vivir felices y en paz... Todos recordaban lo que habían pasado juntos en aquel tétrico internado, por lo que sabían que su amistad no se rompería nunca. Pasara lo que pasara... Estaban en la puerta del cementerio. Lentamente todos fueron entrando. Todos llevaban un ramo de rosas blancas en sus brazos. Fueron hacia la parte en la que sus amigos estaban enterrados. Era la primera vez que iban con sus hijos y a estos no les gustaba mucho estar allí. Cada uno dejó una rosa blanca encima de cada tumba. Cada año hacían el mismo ritual... Cuando terminaron, miraron las tumbas. Recordaron los buenos momentos que habían pasado junto a ellos. Los buenos momentos, los malos, los regulares... Lentamente fueron saliendo del cementerio mientras unos cuantos no podían contener las lágrimas. Habían sobrevivido, y por esa razón debían honrar a los muertos...

Collegio D'Amore. Capítulo 23.

Capítulo 23


Hacia Madrid.



Paul miró sorprendido a su novia. Ella le miró y le sonrió levemente. Parecía que el golpe le había sentado muy bien. Había recuperado la memoria... Por lo que se acordaría por que no querían, los "hombres de negro", que la tuviera. Paul le devolvió la sonrisa a su novia.

- Sé como salir de aquí... -siguió Irene
- ¿Cómo? -preguntó Olly con urgencia
- Hay tres salidas -dijo sonriendo- La primera es una pequeña puerta...
- Esa esta vigilada -dijo Miguel entre lágrimas
- Oh, lo siento -dijo Irene- Otra de las salidas es la puerta principal...
- Imposible -dijo Paul- Esa está vigilada hoy por orden de Ian...
- La tercera es por la puerta secreta del baño de esta habitación.
- ¿Qué? -dijo Jenny- ¿La salida está aquí?
- Es una salida secreta. La construyó tu madre, Paul. Antes de que me borraran la memoria, me dijo que me infiltrara en el internado y que os lo dijera, pero no lo pude hacer...
- ¿Dónde está el baño? -preguntó Blad- No lo vi...

Irene fue hasta una esquina de la habitación. Allí había una puerta negra que se disimulaba por las paredes. La abrió lentamente. Irene entró al baño. Inmediatamente, Paul, Blad, Olly y los demás entraron tras ella. Era como un baño de instituto. No tenía nada de extraño... Irene se acercó al último lavabo. Abrió el grifo. No funcionaba. Antes de que alguien preguntara, Irene les pidió que se acercaran. Les dijo que miraran fijamente el grifo. En el estaba dibujado el escudo de su internado. Del WhiteSoul. Todos se quedaron muy sorprendidos. Irene, algo complacida, golpeó el escudo. Entonces se abrió la puerta del último retrete de la sala. Tras el inodoro, había una puerta de madera. Unos pasos resonaron por la habitación. Sabían que se habían escapado. Irene fue sin hacer ruido hacia la puerta y la abrió. Era un pequeño tobogán. Se repartieron los turnos entre susurros. El orden sería: Alma, Isabella, Natasha, Helen, Miguel, Edward, Leo, Sirius, Kate, Jake, Olly, Jenny, Aitor, Blad, Annia, Stefan, Damon, Paul y por último Irene, quien cerraría la puerta. Uno por uno empezaron a deslizarse por el extraño tobogán. El final de aquel recorrido era una gran habitación. No tenía ningún mueble dentro. Tanto la pared como el suelo eran de madera. Uno a uno fueron cayendo en aquella habitación. Cuando Irene bajó, todos la miraron. Extrañados, excepto Paul que sonreía. Paul les dijo a los alumnos del WhiteSoul que esa era una de las habitaciones del sótano de su casa. Su casa era una vieja mansión cercana al internado. Paul corrió hacia las paredes y comenzó a palparlas. Entonces encontró lo que buscaba. Abrió otra puerta secreta. Daba a la planta baja. Todos pasaron por ella cuidadosamente. Por si quedaba alguien en la casa. Paul les condujo pasillo por pasillo hasta la puerta principal de su casa. Cuando salieron no había nadie por allí, pero debían tener cuidado. Cruzaron un pequeño claro que separaba a la casa del bosque. De aquel bosque tan familiar. De aquel bosque que era el padre del que tenían en el WhiteSoul... Comenzaron a correr entre árboles. Se sentían libres. Por fin. Solo habían estado unos días encerrados, pero se les había hecho una eternidad... Corrieron por el bosque hasta que llegaron a un pueblecito cercano. Sabían que aún estaban en peligro. Fueron hacia la estación de autobuses más cercana. Había un autobús que salía desde ese pueblecito de la sierra hasta Madrid capital. Se subieron a él. Pagaron sus pasajes con el dinero que Paul llevaba encima. Se sentaron en los asientos traseros y comenzaron a hablar. Se contaron cosas que nunca le habían dicho a nadie. Intimidades, secretos, fobias, gustos... Paul era uno de ellos también. No lo trataban como al chico que les había secuestrado, si no como al chico que les había dado pistas desde el principio. Que solamente hacía lo que le decían para salvar al amor de su vida... Unas horas después llegaron a la estación de autobuses de Madrid. Se bajaron rápidamente. Encontraron a alguien allí. A alguien que nunca se hubieran esperado encontrar... Era Chris. El hermano de Paul... Chris corrió hacia su hermano y lo abrazó. Paul le había mandado esconderse cuando fue a ir a la habitación donde estaban los alumnos del WhiteSoul, pero nunca se hubiera imaginado que se hubiera ido a Madrid. Su explicación fue literalmente "Aquí es donde está la casa de Annia y yo quería avisar a sus padres para que la encontraran". Annia le sonrió levemente cuando lo escuchó y abrazó al pequeño. La casa de Annia estaba junto a la estación de autobuses, por lo que ella junto a Stefan y Damon, dejaron a los demás para ir hacia allí. Iban a llamar a la policía, por lo que irían después a comisaría para declarar. Alma y Leo también les dejaron. Cogieron un taxi y se fueron. Lo mismo hicieron Natasha, Sirius, Helen y Edward, éste último para acompañar a su nueva novia a casa. Miguel e Isabella aún no se habían decidido. Olly, Blad, Aitor, Jenny, Irene, Kate, Jake y Paul habían decidido separarse por parejas. Irían a sus casas y lo contarían todo... Miguel e Isabella, cogieron finalmente un taxi y se fueron. Olly y Blad irían a casa de la madre de Olly, Jenny y Aitor a la del padre de Jenny, Irene iría a su casa con Paul y Kate y Jake irían a casa de la madre de Jake... Empezaron a coger taxis. Finalmente cada uno llegó a la casa asignada. Lo contaron todo y sorprendentemente les creyeron. Les habían llamado para pedirles un rescate... Aparte de eso, los padres de Irene se alegraron muchísimo de volver a verla. Sobre todo al verla feliz y con la persona a la que amaba...

Collegio D'Amore. Capítulo 22.

Capítulo 22


Huida.



Paul se acercó tambaleándose a Irene. Se había dado un gran golpe contra el suelo. Sus lágrimas recurrieron sus mejillas. Se arrodilló junto a ella. Mientras, los alumnos del WhiteSoul estaban petrificas y Alex peleaban con Ian. Peleaban a muerte. Paul cogió la muñeca de Irene y le tomó el pulso. Estaba aún viva. Paul suspiró y levantó la mirada hacia los alumnos. Algunos se intentaron pegar más a la pared, otros lo miraban fijamente... Solo seis personas se acercaron para ver que tal estaba Irene. Esas personas eran, por supuesto, Kate, Jake, Blad, Aitor, Olly y Jenny, estás dos últimas cogidas de la mano. Jenny se soltó de la mano de Olly y se acercó a Paul. Aitor fue a abrir la boca, pero Blad le dio un codazo disimuladamente para que se callara. Jenny tomó el pulso de Irene. Estaba bien sí, pero no estable. Miró a Paul. Éste entendió lo que pasaba y se levantó. Entonces, se oyó un disparo. Todos miraron la pelea de Alexander e Ian. Ian estaba tirado en el suelo. Por la boca le salía un hilito de sangre... No era nada comparado a la sangre que le estaba saliendo de su estómago. Ian había intentado disparar a Alexander, pero éste le había dado la vuelta a la pistola en el momento justo. Paul fue junto a Alex y le dio un abrazo... Entonces se desplomó en sus brazos. Paul se dio cuenta de que Ian no era el único que había recibido un disparo en el estómago. Con lágrimas en los ojos, Paul miró a su tío. Éste cayó muerto en sus brazos. Blad y Aitor se acercaron rápidamente a Paul. Éste casi se caía por el peso de su tío. Blad y Aitor le quitaron el cuerpo de sus manos y lo pusieron en el suelo, junto al de Dean e Irene. Jenny y Olly le estaban dando un masaje cardíaco a Irene, por si acaso. Los demás estaban intentando escapar. Jake y Kate estaban junto al cuerpo de Ian. Tomándole el pulso. Les daría una sorpresa si vivía... no lo hacía. Ambos suspiraron aliviados y fueron junto a Blad y Aitor. Kate se acercó a Paul y le abrazó. Nunca supo el porqué. Supuso que él necesitaba un abrazo. Había perdido a casi toda su familia en ese fatídico día. Unos cuantos rezagados miraban a Kate y a Paul. Los rezagados eran Annia, Stefan y Damon, quien no se quería deshacer del cuerpo de Emma. Jake se alejó de Aitor y Blad y se acercó a ellos. Abrazó a Damon. Era uno de sus mejores amigos, junto a Stefan y Edward. Uno de los pocos amigos que le quedaban. Los que se habían ido no merecían la pena. No habían vivido nada juntos. No habían aceptado la posibilidad de morir como si lo habían hecho ellos...

Mientras, los demás corrían por salvarse. Iban todos en pequeños grupos, casi separados. Sin embargo, todos seguían el mismo camino. Entonces alguien paró, Ángel tenía cobertura en su móvil. Siempre lo llevaba encima en el internado, por si acaso. Empezó a gritar para que los demás pararon. Después de que lo hicieran, Ángel llamó a su madre. La madre de Ángel era una de las juezas más prestigiosas de toda España. Ángel se enteró de que les habían estado buscando todo ese tiempo y, que nunca se les habría ocurrido pensar en el internado. La madre de Ángel prometió a su hijo ir a buscarles... cuando supieran donde estaban. Estaba claro que del internado ya habían salido... Ángel colgó a su madre. Todos empezaron a correr de nuevo, buscando una salida. Mientras corrían derribaban hombres de negro a doquier. No se podían creer que les fueran tan bien. Después de correr por numerosos pasillos, encontraron una pequeña puerta. Por aquella puerta la gente solo podía salir de uno en uno y agachados. Pararon y acordaron que las chicas pasaran primero. Así lo hicieron. Después pasaron los demás. Entonces, alguien empezó a disparar contra ellos. Uno a uno fueron cayendo... Intentaron entrar de nuevo, pero todos a la vez no podían... Ángel tiró su móvil dentro de aquel sitio, desde fuera parecía un iglú metálico pero mucho más grande, en el que los habían metido. Después cayó. Como la mayoría. Los únicos que se pudieron salvar fueron Edward, Helen, Miguel, Alma, Leo, Sirius, Nathasha e Isabella. Cerraron rápidamente la pequeña puerta, con lágrimas en los ojos. Edward y Helen se abrazaron aliviados, al igual que Alma y Leo y Sirius y Nathasha. Miguel e Isabella miraban la pequeña puerta llorando desconsoladamente. Miguel había perdido a Marta... Su primer, único y gran amor. Isabella acababa de perder a Scott, el padre de su hijo. Edward, que se dio cuenta, corrió a abrazar a Miguel y a Isabella. No se merecían lo que les había pasado. Oyeron unos pasos tras la pequeña puerta... Se miraron entre ellos. Alma cogió el móvil de Ángel y comenzaron a correr... Empezaron a correr hacia la sala en la que habían estado. Todavía no habían podido dar la voz de alarma. Tenían algo de tiempo... De pronto, llegaron a la sala. Dentro, estaban. Blad, Olly, Aitor, Jenny, Kate, Jake, Damon, Stefan, Annia, Paul e Irene. Éstos se sorprendieron mucho al ver a algunos volviendo hacia ellos. Sonriendo creyendo que los demás vendrían cerca. Entonces, se fijaron en las caras de los que acababan de llegar, llenas de lágrimas. Antes de que pudieran preguntar lo que había pasado, Sirius empezó a contarlo... Cuando terminó de contarlo, estaban aterrorizados. Entonces, algo les hizo dejar de pensar. Irene se estaba levantando. Paul fue junto a ella rápidamente. Hizo de apoyo. Irene miró a los ojos de Paul. Éste pensó que seguía sin creerse su historia. Irene abrazó a Paul. Éste se sorprendido le siguió el abrazo. Parecía que por fin le había reconocido... Los labios de Irene buscaron con urgencia los de su chico. Cuando los encontró, sus labios se movieron al unísono. El fuego surgió entre ellos... Aitor carraspeó levemente. Sonrojados, se separaron levemente. Antes de que alguien pudiera decir algo, Irene abrió la boca.

    • Tengo una idea -dijo alegremente

Collegio D'Amore. Capítulo 21.

Capítulo 21


El despertar [Parte 4]



Un chico de tez pálida buscaba a su novia por la sala. Sus ojos de color azul, tan intensos como el zafiro, la buscaban por toda la sala. No la encontraba. Corría de una lado a otro. Preguntaba a las parejas que se estaban formando si la habían visto. Nada. No la encontraba. Seguramente estaría con Amelia. Iba a ir a preguntarle, cuando vio que estaba cogida de la mano de Max. Seguramente no la había visto. Entonces, alguien saltó sobre su espalda y le tapó los ojos.

- ¿Quién soy? -preguntó una voz aguda
- Te estaba buscando -respondió Sirius
- He ido detrás de ti tooooodo el tiempo -dijo ella riéndose- Fue divertido
- Me lo imagino
- Bueno... ¿vas a decir quién soy o no?
- ¿De verdad hace falta?
- Sí
- Natasha
- ¡No me llames así! -respondió ella dándole un golpe en el hombro cuando se bajo de su espalda- Me llamo Natha
- Será lo mismo... -murmuró él. Natasha alzó una ceja- Vale, vale, Natha
- Así está mucho mejor

Sirius la abrazó y le dio un leve beso en la comisura de los labios. Natha sonrió y le dio uno en su oreja izquierda. Mientras, Sirius le susurró algo a Natha. Le dijo que todo el mundo les estaba mirando. La respuesta de Natha fue "Pues que miren". Entonces se lanzó hacia la boca de Sirius. La besó mientras la gente que miraba, sorprendida, miraba hacia otro lado para disimular. A Sirius le entraron unas ganas de reír inaguantables, lo que hizo que parara el beso. Natha sonrió al darse cuenta y se colgó del cuello de Sirius.

Dos de los mirones se miraban entre ellos. Se habían sorprendido mirándose el uno al otro. Ambos sonrieron tímidamente y se acercaron. El chico moreno de ojos azules se sentó en el suelo, como ya había hecho la mayoría de la gente. La chica rubia le imitó. Se sentó junto a él y apoyó la cabeza en su hombro. Cesc acarició el pelo de Cris cuando esto sucedió. Cris miró hacia arriba y alzó un poco la cabeza. Cesc bajó un poco la suya y besó a Cris. Hacía tiempo que deseaban hacerlo en público. Nadie sabía que ellos habían estado saliendo, pero a nadie le importaría ahora. Parecía que los sentimientos se magnificaban en aquella sala y solo iba a ser cuestión de tiempo que todos le dijeran a su amado o amada lo que sentían. Seguramente esto pasaba porque la gente no quería morir con un secreto que podía desvelar abiertamente. Cris sonriendo terminó el beso. Se subió sobre Cesc y le besó de nuevo. A su alrededor, la gente hacía lo mismo. Sin tapujos. Algunos hablaban sobre lo que les pasaría. Algunos de ellos, los optimistas, decían que saldrían de allí rápidamente. Todo el mundo pensaba eso hasta que Damon, que no se había separado del cuerpo de Emma, dijo que todos podían acabar como ella. Que no se hicieran falsas ilusiones. Eso llenó de pesimismo la sala...

Mientras, varias parejas más se había formado en la sala. Por ejemplo la de un chico llamado Ángel. Él buscó cuando todos estaban dormidos donde estaba su amada y la besó para despertarla, como si fuera el príncipe de la Bella Durmiente. Esto no se supo hasta que ellos lo hicieron público mientras celebraban una reunión con sus amigos. Parecían realmente enamorados. Otras parejas se habían roto, como la de Samuel y Vicky. Era una pareja de las secretas del WhiteSoul. Solamente se rompió porque Samuel le dio un abrazo a Jessi. Vicky se puso a gritarle como una loca. Mientras gritaba desveló que estaba liada con Dan, uno de los mejores amigos de Samuel. Éste traicionado fue con Jessi y entre una cosa y otro se liaron. Dan, muy avergonzado, y Vicky hicieron pública la relación también. Entre una cosa y otra, los chicos se olvidaron de Miguel y Marta. Estos estaban intentando abrir la puerta que les mantenía cautivos. Era la pareja más guerrera del WhiteSoul. Todos sabían de su relación desde hacía años, pero nadie intentó confirmar si era verdadera o falsa. Intentaron abrir la puerta de todas las maneras. La golpearon, se lanzaron contra ella, intentaron hacer palanca con una barra de hierro que habían encontrado por el suelo de aquella extraña sala... Nada funcionó. Sin embargo, siguieron intentándolo. Mientras lo hacían, oyeron un ruido. Pisadas. Cada vez estaban más y más cerca... Alertaron a todos. Los chicos, asustados, corrieron a refugiarse al otro lado de la sala. Abrieron la puerta lentamente. Entraron cuatro "hombres de negro".

- Irene -susurró uno al verla
- ¿Qué? -dijo ella acercándose- La verdad se descubre con el tiempo ¿no?
- Lo siento -susurró Paul- No fue culpa mía...
- No le des más explicaciones -dijo su padre- Solamente es una mujer. Como ella hay miles.
- Como ella no hay ninguna -le respondió Paul- Si tu no te hubieras arruinado por culpa del juego no les hubiera pasado nada. Irene no habría descubierto nada y aún seríamos felices...
- ¡Cómo te atreves! -respondió su padre. Alzó la mano para darle un golpe a su hijo
- ¡Ni se te ocurra! -dijo otro de los hombres de negro apuntando a la sien de Dean. Era Alex- Elizabeth no lo permitiría.
- Elizabeth está muerta -susurró Ian mientras reía- Al igual que mi hermano. Fue necesario matarles. Lo ordené yo mismo
- ¿Qué? -dijo Dean- Me apuñalé para que no sospecharan de mí...
- Nadie debería haberte encontrado. Deberías haber muerto. Ahora ven pequeña. Una bala de esta pistola lleva tu nombre impreso -le dijo a Irene

Antes de que pudieran hacer algo, Ian disparó. Una risa cruel, maléfica se oyó entonces.
Salió de su boca. Irene, petrificada, no sabía que hacer. Sus compañeros del WhiteSoul gritaron. Algunos cerraron los ojos para no ver nada. Alguien, que estaba junto a Paul, se movió. Eso no era lo que quería que le pasara. Se colocó frente a la trayectoria de la bala. No iba a permitir que mataran a Irene. Paul estaba enamorado de ella... La bala impactó contra el pecho de Dean. Después de todo quería a su hijo. Esa fue la mejor manera de demostrárselo. Alexander, que estaba junto a Ian, se tiró sobre Ian y empezó a darle golpes. Ian sorprendido de tal insolencia, ni siquiera se defendió. El cuerpo de Dean cayó con un golpe sordo al suelo. Mientras caía rozó a Irene, quien perdió el equilibrio y también cayó al suelo...

Collegio D'Amore. Capítulo 20.

Capítulo 20


El despertar [Parte 3]



Los ojos grises de Susana recorrían la sala. Estaba contando a los presentes. Alguien les había traicionado. Entonces se dio cuenta. El único que faltaba era el chico al que estaban protegiendo. Había dos posibilidades. Una, se habían llevado al chico. Dos, el chico les había delatado. Pensó durante un largo rato en ello. Annia se podría enfadar si propusiese eso. Annia quería mucho al chico, aunque solo hubieran pasado juntos unas horas. Ella juró protegerle. Suspiró. Alguien se acercó por detrás de ella y la abrazó. Susana se dio la vuelta todo lo que pudo, aunque ya sabía quien era. Era Fran. Su mejor amigo y el chico del que siempre había estado enamorada. Ambos se sonrieron ampliamente.

- ¿Te pasa algo? -preguntó Fran- Pareces muy preocupada
- Creo que alguien nos delató...
- No pienses en ello -dijo él- Te rallarás y acabarás aislada
- Eso no pasará mientras estés conmigo ¿verdad?
- Claro -dijo él riendo- No te dejaré rallarte
- La gente nos mira raro... -dijo ella cuando pasaron varias personas a su lado- ¿Por qué será?
- Parece que hoy es el día de las parejas... -susurró Fran al oído de Susana- Creo que ellos creen que empezamos a salir juntos

Susana se dio la vuelta. Clavó sus ojos grises en los ojos de Fran. Fran se perdió en los ojos de Susana. Siempre había estado enamorado de ella, aunque su amor era imposible. Ella nunca le había mostrado indicios de estar enamorado de él. El pulso de ambos se aceleró notablemente. Ambos se sonrojaron. Cuando Fran vio el leve rubor en las mejillas de Susana se decidió. Acercó sus labios a los de ella. Susana, sorprendida, se dejó besar por su mejor amigo. Sus labios se movieron coordinados y al unísono...

Scott se quitó sus Ray Ban. Estaba buscándola. Estaba buscando a su novia. Habían cortado justo el día en el que los hombres de negro les habían cogido. Scott solamente quería pedirle una explicación. Su novia se llamaba Isabella. Era una chica guapísima que había conseguido tras mucho intentarlo. No la iba a perderla. La quería demasiado. Había muchas cabelleras rubias por allí, pero no la encontraba. Cuando por fin lo consiguió se acercó a ella. Estaba con sus amigas. Antes de que abriera la boca, Isabella se alejó de él. Se fue corriendo. Scott la siguió. Corrió hasta que llegó junto a ella. Ésta intentó alejarse de nuevo. Scott no se lo permitió. Antes de que abriera la boca, Scott habló.

- Te quiero -dijo él- y no voy a permitir que te alejes de mí otra vez
- Lo siento -dijo ella. Parecía que estaba apunto de llegar- pero no quiero estar contigo...
- Dame una buena razón
- No puedo...
- Por favor -dijo él con la voz tomada- dime la razón. SI no quieres estar conmigo te dejaré.
- Estoy embarazada -respondió ella llorando- Somos demasiados jóvenes y no...
- ¡Te quiero! -respondió él- Y también querré a nuestro hijo. Siempre.
- Estoy de cinco meses, cariño
- No se te nota...
- Con la ropa ancha no se nota tanto

Scott junto sus labios con los de Isabella. Mientras la besaba acariciaba la barriga de su amada. La quería y querría a su hijo. Siempre. Notaba como las lágrimas de Isabella mojaban sus mejillas también. Movieron sus labios rápidamente. Se necesitaban...

Fabio se empezó a abrochar los botones de la camisa. Se puso la corbata bien. Se peinó rápidamente sus cabellos rubios y se puso sus Ray Ban para ocultar sus ojos azules. Blair estaba a su lado alisándose la falda. Mientras todos estaban buscando a sus amigos, ellos habían aprovechado en el baño. Fabio sonrió levemente a Blair. En ese momento, ella se estaba poniendo bien la camisa. Besó sus cabellos rubios y la ayudó a vestirse bien. Ambos se besaron lentamente antes de salir del baño. Nadie había entrado aún, pues no habían descubierto la pequeña puerta que estaba en el rincón más oscuro de la sala. Salieron rápidamente, para que nadie les viera. La gente aún se buscaba. Estaban reunidos en círculos. Parecían también que ese era el día de las parejas. Fabio le susurró a Blair que si descubrían los servicios se saturarían. Ambos rieron levemente y cada uno fue hacia el circulo en el que estaban sus mejores amigos. Desde allí se dedicaban miradas. Ambos rieron y siguieron con lo suyo.

Mientras, otros seguían buscando a sus amigos y a sus parejas sentimentales. Luca corría por la sala gritando el nombre de su amada. Buscaba a Clare. Justo el día anterior habían empezado a salir. Luca suspiró. Sus ojos verdes necesitaban clavarse en los azules de su amada. Corría por toda la sala. Pasó por los reencuentros de las parejas. Pasó también junto al cadáver de una chica. No la reconoció, pues estaba más preocupado en buscar a Clare que en enterarse de lo que pasaba. De pronto chocó con una persona. Luca la cogió antes de que se cayera. Era Clare. Antes de que ella le reconociera, él ya la estaba besando. Cuando se dio cuenta de quien era, ella le devolvió el beso gustosamente. También le había estado buscando. También le necesitaba. Había estado enamorada de él desde que entró por la puerta del WhiteSoul cuando tenía quince años. Acarició la mejilla de Luca. el día anterior se había afeitado porque ella se lo había pedido. Sonriendo le siguió besando mientras buscaba urgentemente sus cabellos para agarrarse a ellos. Ambos estaban sonrojados y jadeaban. Se querían demasiado. No podrían estar separados de nuevo...

Collegio D'Amore. Capítulo 19.

Capítulo 19


El despertar [Parte 2]



Edward estaba demasiado dolido para hablar con nadie. Entre Iker y Jacob le habían separado de la multitud. Antes de que ellos dijeran algo, Edward se apartó. La sala estaba llena, pero aún así había varios espacios vacíos. Corrió hacia uno de ellos. Corrió hacia el rincón derecho de la sala. Allí solo había una persona. Una chica rubia que Edward siempre reconocería. Era Helen. Se sentó a su lado. Ella le miró sin decir nada. Suspiró y miró a los ojos de Edward. Edward le devolvió la mirada sorprendido. Helen nunca le había mirado así. Parecía que sentía una pizca de lástima y mucho arrepentimiento.

- Lo siento -dijo ella- Tendría que habértelo dicho
- No es tu culpa, Helen
- Si te lo hubiera dicho sería mejor. Hubieras cortado por lo sano y sin sentir tanto dolor.
- Lo habría sentido de todos modos...
- Ya...
- ¿Por eso eras tan borde?
- En parte
- ¿En parte?
- En realidad con mi bordería estaba dándole a entender a Cleo que no se liara con Jace... Lo siento
- No pasa nada
- ¿Seguro?
- Claro. No te sientas mal

Edward le sonrió levemente. Ella le devolvió la sonrisa. Estaba algo ilusionada. Siempre le había gustado Edward, pero su mejor amiga se lo había quitado. Edward se acercó lentamente a ella y le susurró al oído algo. Le dijo que parecía que eran los dos marginados de la sala. Helen rió. Su risa era dulce. Edward se sorprendió levemente. Nunca había oído reír a Helen. Antes de que pudiera pensar algo más, Helen apoyó su cabeza en su hombro derecho. Edward, algo extrañado, la miró. Tenía los ojos cerrados. Había sido un día muy largo. Edward besó los cabellos de su compañera de marginación y cerró los ojos también. Confiando en dormir, aunque fuera solo una hora.

En otro de los espacios, en el rincón izquierdo que estaba vacío, estaba una chica morena y muy guapa. No había logrado encontrar a su novio y le echaba realmente de menos. Lloraba. Las lágrimas recorrían sus mejillas. Sus preciosos ojos estaban cerrados. Creía que se había llevado a su novio. Eso no lo podía soportar. Suspiró. Unos pasos se acercaron a ella. Sara giró la cabeza. Alguien se sentó junto a ella. Seguramente para consolarla. Empezaron a acariciarle los cabellos. A jugar con algunos mechones. Ella recordó que Iker siempre hacia eso. Abrió los ojos lentamente. Junto a ella estaba él. Estaba Iker. Antes de que éste se diera cuenta de algo, ella ya se había lanzado a por él. Cuando encontró sus labios los besó con urgencia. Le había creído muerto... o algo peor. Iker se dejó besar por Sara. Cuando ésta dejó de sentir tal urgencia, Iker paró. Besó su mejilla.

- Estoy bien -le susurró él en su oído- Nunca dejaría que nos separaran
- Estuve muy asustada, Iker
- No te preocupes amor -le dijo él cariñosamente- Ya estoy aquí
- Me alegro

Mientras, en otro de esos espacios, una chica estaba apoyada en la pared. Ella también lloraba. Echaba mucho de menos a su familia. Sobre todo a su hermana pequeña. Empezó a sollozar. Alguien salió de un círculo de personas cercanos y se acercó a ella. Se sentó junto a ella y le ofreció algo. Alma lo cogió. Era un pañuelo. Le dio las gracias sin mirar a la persona que se lo había dado. Se secó las lágrimas. Después le miró. Era un chico. Tenía los pelos de color negro y algo largos. Sus ojos eran de color negro. Estaba algo musculado. Era Leo.

- Gracias, Leo -susurró ella
- De nada -dijo él- ¿Necesitas algo?
- No gracias -respondió ella
- Yo creo que sí
- Dejamos de salir hace meses, Leo -Notó una punzada en la barriga y gimió
- ¿Te pasa algo?
- No, Leo -gimió de nuevo- Dejame ¿vale?
- No te dejaré
- Dame una buena razón y dejaré que estés aquí.
- Te quiero -Alma se sonrojó levemente- Te sigo queriendo aunque me dejaras sin motivo. Te querré siempre, Alma...
- Lo voy a comprobar ahora -dijo ella
- ¿Cómo? -preguntó él algo curioso
- Estoy embarazada... de tres meses

Ella, preparada para el rechazo de Leo, se sorprendió. Él solamente se rió. La abrazó por los hombros y besó su cabello. No le importaba. Alma se sorprendió aún más cuando Leo acarició su barriga y la besó en la mejilla. Parecía que quería al niño también. Sonriendo acarició la mano de Leo. Él la miró y la besó. Lenta y cuidadosamente. Leo acercó su boca al oído de Alma. Le susurró algo. Le susurró dos palabras. Las palabras eran "Os quiero"...

Mientras, una chica rubia caminaba por la sala distraída. Había estado buscando a sus amigas, pero ellas estaban ocupadas cotilleando unas con las otras sobre las nuevas parejas que se acaban de formar, sobre la nueva amistad de Aitor y Blad... Eso era lo único que no les gustaba de ellas. Mientras se cruzaba con la gente la saludaba alegremente. Ellos le miraban de forma extraña. Parecía que era la única alegre por lo que les había pasado. Amelia pensaba que estaba feliz porque no les habían matado, pero los otros parecían que veían el vaso medio vacío. Por allí el pesimismo estaba al poder. Suspiró levemente. Al final acabó junto a la gruesa puerta. Allí había algunos chicos fumando. A Amelia no le gustaba nada el olor del tabaco, por lo que se dio la vuelta dispuesta para irse. Alguien la cogió del brazo y la paró. Era un chico moreno de ojos azules. Era Max. Amelia le sonrió alegremente.

- ¿Quieres un piti? -el dijo. Amelia alzó una ceja- Vale, creía que con todo esto cambiarías de idea...
- Aunque relaje no fumaré, pero gracias por ofrecérmelo
- De nada -respondió él. Tiró el cigarro que tenía en la boca y lo aplastó con la suela de su zapato-
¿Buscas a alguien?
- A nadie en particular
- Amelia nunca te dijeron que estás un poco loca ¿verdad?
- Pues no -respondió algo sorprendida- Bueno a veces, cuando Natha y yo nos poníamos a cantar...

Max rió levemente. A Amelia le gustó aquel sonido. Poca gente se reía en aquellas situaciones. Amelia le sonrió ampliamente. Él le devolvió la sonrisa. Siempre le había gustado Amelia, pero nunca se lo había dicho por temor a que dijera que no. Max estuvo un rato debatiendo con sigo mismo. Si se lo decía podría obtener dos respuesta. Una ya la tenía, así que... ¿por qué no proponerselo?

- Estás muy pensativo -le dijo ella- ¿Te pasa algo?
- La verdad es que si...
- ¿Qué te pasa?
- Te quería proponer una cosa
- Adelante pues -dijo ella algo curiosa
- ¿Quieres salir conmigo?
- ¿Qué? -Esa pregunta la dejo muy descolocada. Le había gustado Max desde pequeña. Él abrió al boca. Antes de que dijera nada ella respondió- Sí, quiero

Ambos se sonrieron ampliamente. Él se acercó tímidamente. Ella esperaba impaciente. Sabía que él no se iba a decidir, así que se acercó a él y juntó sus labios. Sus labios encajaron bien. Se movieron al unísono durante un largo rato. Las personas que había junto a ellos parecía que no se habían percatado, o no querían interrumpirles. él la cogió de la nuca para hacer más profundo el beso. Cuando terminaron, ambos estaban algo acalorados. Max le cogió la mano a Amelia y sonriendo fueron hasta un rincón más apartado de la gente.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Collegio D'Amore. Capítulo 18.

Capítulo 18


El despertar [Parte 1]


   
    Dean se quedó petrificado. Se acercó a Tyler y a Elizabeth lentamente. Había cerrado los ojos en el momento equivocado. No encontraba a nadie por allí, no sabía quien había gritado después de él. Con lágrimas en los ojos, apartó el cuerpo de Tyler. Un disparo se había colado por su frente. Aunque alguien lo llevara a algún doctor no podría hacer nada. Estaba muerto. Se enjuagó las lágrimas con la palma de la mano. Se arrodilló frente a Elizabeth. Intentó tomarle el pulso. No tenía. También estaba muerta. Sabía tenía que enterrar los cuerpos y herirse con algo. Pronto alguien llegaría ahí y, si no lo hacía le echarían la culpa de todo a él. Vio unos matorrales a unos metros. Con gran esfuerzo llevó los dos cuerpos hacia ese lugar y los escondió como pudo. Después cogió el cuchillo que llevaba siempre Tyler en el bolsillo interior de la chaqueta. Suspiró. Fue hacia el centro del claro en el que se encontraba. Allí se clavó el cuchillo. Sin más. Rápidamente se desplomó en el suelo. Seguramente alguien llegaría rápido...

    Abrió los ojos. ¿Dónde estaba? Irene gimió levemente. Se incorporó. Había mucha gente tendida en el suelo. Bueno, no era gente cualquiera. Eran todos los alumnos del WhiteSoul. Vio como Jake estaba tirado en el suelo, junto a otro cuerpo. Era Kate. Se acercó tímidamente y los zarandeó levemente. Despertaron poco a poco. Entonces alzó la vista. Todos habían comenzado a despetarse. El efecto del sedante estaba pasando. Algunos gritaban el nombre de sus amigos. Normal, ahora querían estar juntos. Irene suspiró. Entonces sintió como dos personas la abrazaban. Eran Kate y Jake, por supuesto. Se habían hecho muy amigos allí, en el internado. Irene miraba, buscando las personas con las que había intentado escapar de las garras de "los hombres de negro". Los encontró rápidamente, pues todo el mundo les miraba. Miraban el abrazo que se estaban dando Aitor y Blad. Parecía que nadie se lo esperaba. Sonriendo cogió de una mano a Kate y de la otra a Jake y corrieron hacia ellos. Soltó la mano de Jake y Kate y se abalanzó sobre Jenny y Olly. Ambas lloraban. Irene supuso que de la angustia, pero cuando ella se acercó creyó que sus lágrimas eran de felicidad. Estuvieron un largo rato abrazándose. Después Irene las soltó para que saludaran a Jake y Kate mientras ella se abalanzó hacia Aitor y Blad, que ya habían saludado a los recién llegados. Ambos le dieron un gran abrazo a Irene. Ella había sido su ángel salvador. Había salvado de morir a los demás...

    Cerca de allí, Stefan y Damon buscaban a Emma. La llamaban a gritos. Stefan sabía que su hermano estaba preocupado. Muy preocupado. Mientras corría de un lado a otro, se fijó en que tampoco estaba Annia. Stefan empezó a buscarla también a ella. Blad cada vez se sentía peor. No encontraba ni a la novia de su hermano ni a su mejor amiga. Pronto cambió en sus gritos el nombre de Emma por el nombre de Annia. La mayoría de las personas con las que se encontraba, amigos o no, no le decían nada. De repente, encontró una cabellera rubia. Podía ser Annia o no podía serlo... Se arriesgó y corrió tras ella. Gritó de nuevo el nombre de Annia. Entonces, la chica rubia se dio la vuelta. Era ella. Ambos sonrieron aliviados. Parecía que ella también le estaba buscando. Stefan se acercó corriendo. Cuando estuvo junto a ella la abrazó. Sus rostros solo estaban separados por unos centímetros. Sabía que estaba a punto de joderlo todo, pero Stefan acortó los centímetros al máximo. Cuando sus labios se juntaron ambos sentían deseo. Correspondido por ambas partes...

    Damon seguía gritando el nombre de Emma. Podía estar tirada por el suelo. Las heridas no habían cicatrizado bien. Se chocaba con gente. Sabía que se hermano, pues se había encontrado con él, también estaba buscando a Annia. No le molestó. Sabía muy bien que él estaba enamorado de ella desde que la conoció. De pronto la vio. Tendida en el suelo. Se acercó a ella a trompicones. Estaba agarrándose el estómago. Estaba sangrando. Damon la cogió de la barbilla y la miró a sus ojos. Estaban casi inexpresivos. No podía hacer nada. Damon comenzó a llorar de la impotencia que eso le provocaba. Emma, con sus últimas fuerzas, acercó sus labios a los de Damon. Mientras se besaban, Damon percibía que Emma iba perdiendo fuerzas. La acomodó en el suelo. En sus últimos segundos de vida, Emma miró a los ojos de Damon.

    - No me llores siempre -dijo Emma con voz muy débil- Si rehaces tu vida seré feliz... Te quiero
    - Yo también te quiero -respondió Damon mientras Emma cerraba sus ojos. Damon sollozó y abrazo el cuerpo sin vida de Emma

    Blad miró a Aitor mientras se acercaba a Jenny y a Olly. Abrazó primero a Olly. Después cogió a Jenny de la cintura y le plantó un gran beso en los labios. Olly se alejó un poco de los tortolitos. Fue lentamente hacia a Blad. Él miraba los ojos de Olly emebelesado. Olly se dio cuenta y sonrió levemente. Blad empezó a caminar hacia ella. Cuando estuvieron solamente a unos centímetros, Blad se acercó a Olly y la levantó unos centímetros del suelo. Ella, sintiendo el consentimiento, besó a Blad con todas sus fuerzas. Él sintió como su lengua entraba en la boca de OllyOlly y Blad se separaron unos centímetros, aunque Olly aún colgaba del cuello de Blad.

    Edward buscaba a Cleo entre la multitud. No sería difícil encontrarla. El sitio donde estaban, totalmente vacío, sin muebles ni nada excepto una puerta, no era muy grande. La llamaba a gritos, aunque sabía que así no la iba a encontrar. Buscaba también a Helen. Seguramente ambas se habían encontrado. Corría rápidamente entre la multitud, por el rabillo del ojo había visto el beso de Olly y Blad. Pensó que en algún momento tenía que pasar. De repente paró en seco. Había encontrado a Cleo... Besándose con otro. No lo reconoció al principio. Era moreno y alto. Los ojos de Edward centelleaban de furia. Se acercó corriendo a ellos. Cleo le vio se apartó rápidamente del chico. Se intentó poner entre él y Edward, pero no pudo. Edward se lanzó sobre el chico. Era Jace. Le empezó a pegar puñetazos, por lo menos hasta que le apartaron. Antes de que le apartaran varios metros de Jace, Edward le dio una patada en la cara confiando en que le rompiera la nariz...

Collegio D'Amore. Capítulo 17.

Capítulo 17


Disparos en el bosque


    Ian clavó sus ojos azules en el cuerpo de Paul. Inútil. Casi se lo habían cargado los estúpidos niños de papá. Le hizo una seña a su hermano Tyler. Entre los dos cogieron a Paul. Rápidamente lo llevaron hacia la entrada del internado. Allí, había un hombre de unos cuarenta y cinco años y una mujer de su misma edad. Él era exactamente igual a Paul. Ella también, excepto porque su pelo era de color cobrizo.

    - Señor Dean -dijo Tyler bajando su cabeza- Le traemos a su hijo
    - ¿Qué le pasó?
    - No lo sabemos señor. No nos dejó entrar al internado. Entró con varios hombres. Todos muertos excepto él.
    - ¿Escaparon?
    - No señor -intervino Ian- todos están inconscientes tal y como pidió
    - Al menos cumplió su cometido
    - Señor, unos hombres están trasladando los cuerpos hacia el sótano
    - Será algo peligroso tenerlos en mi casa, pero da igual
    - Vale señor
    - Cuando entréis al internado coged sus móviles. Necesito el número de algunos de sus padres.
    - Vale señor -Ian levantó levemente su cabeza- ¿Le dejamos aquí a su hijo?
    - Sí. Yo me encargaré de él -dijo fríamente
    - Ni se te ocurra Dean -dijo ella- Es nuestro hijo
    - ¡Pueden irse! -Ian y Tyler corrieron hacia el internado. Cuando lo hicieron miró a Elizabeth- También es un traidor
    - Solamente se quería ir
    - ¿Solamente?
    - Ama a Irene
    - Será amaba
    - Le conozco mejor que tú. Aún la ama. Nada podrá cambiar eso. Ni su desprecio porque le hayas borrado su memoria -dijo antes de que su marido abriera la boca- Le recordará.

    Dicho esto, Elizabeth se dio la vuelta y fue hacia un Mercedes Guardián de color negro que estaba aparcado a unos cien metros de allí. Mientras caminaba por el coche, pensaba en que si no hubiera sido porque su marido necesitaba dinero no se hubiera metido en eso. Elizabeth suspiró. Por fin llegó junto al coche. Llamó a la ventanilla. Un hombre de unos veinticinco años sacó al cabeza. Era rubio y sus ojos eran de color azul

    - Alexander -dijo ella- todo salió bien
    - Debería haber venido Paul
    - Le han herido
    - ¿Está bien?
    - Sí. Por cierto mataron a dos hombres. Unos de los irrelevantes
    - No pasa nada
    - ¿Hablaste con algunos padres?
    - Sí. Están dispuestos a pagar. Solamente unos cuantos se oponen
    - Me parece mal todo lo que estamos haciendo
    - Necesitamos el dinero hermanita -Alex la miró seriamente- No soy un mafioso. Esto me parece una gran mierda ¿vale? Esto no se volverá a repetir.
    - Nosotros no somos mafiosos, pero los hermanos Lovewolfs sí. Querrán una parte de sus beneficios para sus hombres
    - Lo sé, pero esto va a terminar pronto ¿vale?
    - Prometeme una cosa -dijo ella mirándole a los ojos- Ni una muerte. Si no pagan se les sueltan ¿vale?
    - Eso no podemos hac...
    - Prometelo o llamo a la policia
    - Te matarían...
    - No tendrían tiempo de irse
    - Te lo prometo -dijo él suspirando- pero que nadie se entere
    - Un secreto de hermanos...
    - Como cuando éramos unos enanos...
    - Gracias Alex
    - De nada Eli -respondió el guiñandole un ojo

    Elizabeth se dio la vuelta sonriendo. Fue de nuevo hacia la verja del internado. Allí ya estaban atendiendo a su hijo. Se arrodilló junto a él. Suspiró. Le habían apuñalado. Ya le pediría explicaciones más tarde. Le apartó un mechón de la cara. Entonces llegó Tyler corriendo. Su marido se acercó a él. Tyler le dijo algo y, Dean se puso bastante pálido. Elizabeth se levantó lentamente y fue corriendo hacia ellos.

    - ¿Qué pasa? -preguntó a Tyler- Dimelo
    - Irene
    - Se os escapó ¿no? -dijo ella- ¿La habéis encontrado?
    - Estaba en el internado...
    - Supongo que sin memoria -dijo mirando fríamente a Dean
    - Sí, además encontramos sangre de los hombres muertos... Creemos que la deberíamos mat...
    - ¡No! -gritó Elizabeth- ¡Ni se os ocurra tocarla!
    - Nosotros la mataremos
    - No -dijo ella fríamente
    - Nos retiramos del proyecto. Recordad abonarnos parte del dinero. Espero no encontrarme más en vuestro camino u os mataré

    Antes de que se diera la vuelta, Elizabeth se lanzó sobre él. Dean intentó detenerla, pero no pudo. Ella forzejeó con Tyler. Ella le daba puñetazos y le arañaba cada vez que podía. Él se defendía a puñetazos. Ella recibió puñetazos por todo el cuerpo. Finalmente él quedó encima de ella. Sacó su pistola desde la parte trasera de su pantalón. Apuntó a la frente de Elizabeth...

    - ¡No! -gritó Dean lanzándose hacia él

    Apuntó entonces a Dean. Éste retrocedió mirando angustiado a su esposa. No podía pedir ayuda, ese lugar ahora estaba desierto...

    - ¡No! -gritó otra voz

    De repente se oyeron varios disparos en el bosque... Varios pájaros volaron asustados de sus nidos...

domingo, 7 de agosto de 2011

Collegio D'Amore. Capítulo 16.

Capítulo 16


El secuestro [Parte 5]


    Cada vez quedaban menos. Cada vez cometian mas descuidos. Esto es lo que pensaba Paul. Solamente tenia que coger a unos cuantos más. Se los llevaría a su padre y terminaría con todo. Todo el mundo pensaba que él era frío, manipulador y una mala persona. Todo era un papel para agradar a su padre. Nada de esto hubiera pasado si su padre hubiera sido una persona normal. Paul suspiró. Alguien se estaba acercando a él por detrás. Se creería que lo estaba haciendo sigilosamente. Paul no se dio la vuelta. No era solamente uno. Eran dos. Chicos vaticinó Paul. Primero irían los chicos a por él. Eso le daría tiempo a las chicas para esconderse. Paul suspiró. Eso no era bueno para él. Los necesitaba encontrar a todos... y rápido. Paul miró su reloj de muñeca. Solamente tenía una hora más. Si no llamaba a su padre en ese plazo intervendrían ellos. Paul suspiró de nuevo y se dio al vuelta. Había acertado. Eran dos chicos. Éstos se quedaron petrificados al verle. Uno de ellos dijo algo parecido a "Fran vete de aqui". El otro le respondió "No me iré sin ti Jace". Jace era un chico joven. Como todos los demás. Era moreno de ojos negros. Tenía pinta de chulo, pero las apariencias podían engañar. Fran era algo más mayor que Jace. Tendría unos veintidos años. Era moreno y tenía mechas rubias. Sus ojos eran de color azul. Llevaba una barba de varios días. Tenía pinta de modelo. Sus ojos reflejaban la furia que sentía. Paul suspiró de nuevo y les disparó. Cayeron dócilmente al suelo. Entonces escuchó unos pasos rápidos tras él. Se dio la vuelta. Siete chicos corrían hacia él rápidamente. Todos llevaban cuchillos en sus manos. Parecía que los otros dos eran los cebos. Paul les apuntó y les disparó rápidamente. Eso no impidió que todos tiraran los cuchillos contra él. Paul esquivó seis de ellos ágilemente, pero el séptimo se le clavó justo en su estómago. Agarrandose su estómago, Paul se acercó a los chicos. Les conocía a todos. Había visto sus fichas antes de entrar en el WhiteSoul. Eran Leo, Luca, Max, Samuel, Sirius, Scott y Miguel. Leo era moreno. Sus ojos eran de color negro. Estaba algo musculado. Luca era moreno también, pero sus ojos eran de color verde. Llevaba barba de varios días y, al igual que Leo, también estaba algo musculado. Max era moreno. Sus ojos eran de color azul. Estaba algo menos musculado que los demás. Samuel parecía el mayor de todos. Su pelo era de color castaño. Tenía los ojos marrones y estaba más musculado que Leo y Luca. Scott era moreno. Sus ojos eran de color marrón. Estaba musculado también. De él tenía algo más de información. Era miembro de una tribu indígena. Una de las tribus originales que vivían en Estados Unidos antes de que llegaran los británicos. Su padre era el jefe de la tribu en ese momento. Su madre era un rica mujer de negocios que se enamoró de él. Sirius tenía el pelo de color castaño, casi rubio. Sus ojos eran de color azul. Tenía una piel muy blanquecina. Parecía que era albino, como su madre. Su padre era un estudiante español que fue con una beca Eramus a Polonia. Allí conoció a la madre de él. Era una informática. Justo empezaron una empresa y de pronto  se vieron con sus cuentas bancarias llenas de dinero. Miguel era el hermano de Scott. También era moreno. Sus ojos eran de color marrón. Estaba tan musculado como su hermano. Él tendría unos meses menos que su hermano. Si no se equivocaba solo le quedaban cinco. Esdorzándose consiguió llegar hasta la puerta principal. La iba a abrir para pedir ayuda. Entonces se desplomó. Perdió el conocimiento. Escuchó, antes de caer en la inconsciencia, los pasos de varios pares de tacones...

    - ¿Hicimos bien Marta? -dijo una chica- ¿No deberiamos haberle dejado morir?
    - Solamente le pusimos unas vendas, Jessi. Si se tiene que morir se morirá ¿vale?
    - A mi me parece mono -dijo otra voz- Si sí, muy mono
    - ¿Qué te has fumado Nati? -le preguntó Jessi- ¡Nos quiere matar!
    - Pues a mi me parece que solamente es un peón y que le tienen amenazado -respondió ella- Además lo de que es mono es inegable ¿vale?
    - La verdad que tiene su puntito y, además todos tienen pulso. Solamente era un sedante -dijo otra voz-
    - Vicky, tiene una pistola -respondió Marta- ¿Tú que piensas Úrsula?
    - Yo creo que es un peón y que la pistola solamente tiene sedantes. Creo que deberiamos dejar que nos capturen. A nosotros no nos quieren matar, pero si él falla le matarán seguro
    - Estoy de acuerdo -dijo Natasha- Pedirán seguramente un rescate por nosotros. Recordad que todos nuestros padres son ricos
    - Podría ser -respondió Jessi- pero...

    Paul gemió y se intentó incorporar. Alguien se lo impidió. Esa chica era Natasha. Era rubia. Sus ojos eran de color negro, pero aún así eran cálidos. Sonreía. Había varias chicas más en la habitación. Jessi era rubia. Sus ojos eran de color marrón y era muy guapa, aunque parecía algo mayor que los demás. Marta tenía el pelo castaño. Sus ojos eran de color marrón. Tenía cara de que era atrevida. Ella no sonreía. Además sus ojos transmitían frialdad Úrsula era una chica morena de ojos azules. Muy guapa también. Ella si sonreía. Vicky era morena también. Sus ojos eran de color marrón. Ella no sonreía, pero parecía algo alegra. Por lo menos mucho más alegra que Marta. Natasha le paso su pistola. Algo aturdido, Paul la miró.

    - Nos dejaremos coger. A nosotros no nos mataran
    - Me resultaría más cómodo hacerlo abajo
    - Claro, casi no te puedes mover.

    Entre todas, excepto Marta, le ayudaron a levantarse. Fueron poco a poco hacia el vestíbulo. Parecían algo cohibidas al verles a todos tirados en el suelo. Natasha miró a Paul cuando bajaron las escaleras. Paul suspiró y le disparó. Marta la posó suavemente en el suelo. Paul disparó a Marta. No se haría daño al caer, pues estaba de rodillas en el suelo. Úrsula y Vicky entrelazaron sus manos. Ambas cerraron los ojos. Parecía que les había dado un subidón de adrenalina. Sonriendo, disparó a ambas casi a la vez. Por fin había terminado. Cojeando y agarrándose el estómago fue hacia la puerta principal. La abrió. Allí fuera estaba ellos. Los hermanos Lovewolfs. Se llamaban Ian y Tyler. Ian tenía el pelo de color negro. Sus ojos eran de color azul. Llevaba una barba de varios días. Tyler tenía el pelo de color castaño, casi rubio. Sus ojos, al igual que los de su hermano, eran azules. Él estaba bien afeitado. Ambos parecían sorprendidos de ver a Paul con vida. Fruncieron el ceño a la vez.

    - Están todos hay dentro. El sedante se les acabarán dentro de unas cinco horas

    Dicho esto, Paul se desplomó en el suelo... 

Collegio D'Amore. Capítulo 15.

Capítulo 15


El secuestro [Parte 4]


    Paul soltó una nueva carcajada. Nadie se le resistiría. Nadie. Paseó junto a los cuerpos de los chicos y chicas del "WhiteSoul". Le quedaban pocos. Muy pocos. Sonriendo vago entre los cuerpos sin rumbo. Seguramente algunos imbéciles arrogantes irán a intentar rescatar a los pobres losers durmientes. Dicho y hecho. Unos minutos después dos chicos empezaron a bajar por las escaleras. Uno era moreno. Sus ojos eran de color azul, casi grises. Llevaba una barbita de tres días. Sus ojos centelleaban de furia. El otro era rubio. Sus ojos eran de color azul también. Tirando a verde. Él no llevaba barba. Sus ojos, al igual que el del chico que estaba a su lado, centelleaban de furia. Paul soltó una carcajada. ¿Dos contra uno? ¿David contra Goliat? ¿Se creían que iban a ganar?. Paul rió de nuevo y sacó su arma. Apuntó primero al rubio.

    - No Dan -gritó el moreno

    Paul disparó contra Dan. Él, petrificado, no se movió. Sin embargo, el moreno se lanzó a parar el disparo, Paul supuso que se creia que era una bala de verdad. El dardo le dio justo en el corazón. Petrificado, el moreno cayó como a una marioneta a la que le habían cortado los hilos. Se dio un golpe en su cabeza. Salía poca sangre de la herida que se había echo. Aguantaría hasta que hubiera capturado a todos

    - ¡Cesc, no! -gritó Dan- ¿Qué le has echo?

    Paul no contestó. Apuntó a Dan y le disparó. El dardo le dio en su brazo derecho. Cayó sobre Cesc, como si fuera un muñeco sin hilos. Antes de que Paul se diera cuenta, alguien le golpeó por detrás. Paul gimió levemente. Se dio la vuelta rápidamente. El golpe se lo había dado un chico. Un chico de unos dieciocho años. Era rubio. Sus ojos eran azules, como los del lapizuli. Tenía una mirada intensa y tan penetrante como los rayos X. Sus ojos centelleaban de furia también. El chico le golpeó el estómago con su puño. En el llevaba un anillo con su nombre. Fabio. El anillo era de los grandes, por lo que el golpe le dolió doblemente. El puño impactó varias veces más en la misma zona. Paul le devolvió el golpe. Ambos cayeron en el suelo. Rodaron por él. Ambos se daban golpes. Paul quedó arriba de Fabio. Le golpeó varias veces en la cara. Cuando creyó que le había roto la nariz se levantó. Fabio se lanzo de nuevo sobre Paul. Le embistió con todas sus fuerzas. Paul cayó al suelo. Consiguió apuntar a Fabio, que no le paraba de dar patadas en el costado, y le disparó. Fabio cayó sobre un cuerpo. Sobre el cuerpo de Irene. Paul gruño y lo apartó a patadas. Esta vez si le rompió la nariz de verdad. Escuchó el grito de una chica. Se dio la vuelta. Estaba en el pie de las escaleras. Era rubia y tenía los ojos de color negro. Sus cejas y su mirada le daban un aspecto frío. Helen se acercó a Paul corriendo. Cuando llegó junto a él, alzó una mano y le abofeteó la cara repetidas veces. Paul gruño y disparó un dardo contra Helen. Ésta cayó sobre el cuerpo de Fabio. Parecía que todos se habían unido. Raro, conociendo la trayectoria de esos chicos. Los chicos se estaban revelando. Irían a por él rápidamente. Hasta que todos cayeran, por supuesto. Paul ganaría. Tenía todo a su favor y nadie le podía quitar la gloria. Nunca lo permitiría. Justo en ese momento se abrió una puerta. De ella salió una chica, guapísima por cierto. Tendría unos diecinueve años. Era morena. Sus ojos eran de color azul. El azul más claro que había visto, casi gris, Paul en su vida. Era bastante blanca de piel, pero no llegaba al albinismo. Su pelo largo, le llegaba hasta la mitad de la espalda, se movía de un lado a otro mientras caminaba hacia Paul. La expresión de sus ojos era fría, distante. Su vestido azul, con escote palabra de honor, tenía volantes en la parte inferior. El vestido le hacía parecer algo más delgada. Mientras se fijaba en los detalles de la anatomía de la chica, Paul se fijó en un pequeño tatuaje que tenía en la parte superior de su seno derecho. Ponía "Susana". Al igual que con Fabio, supuso que el nombre de la chica era Susana. Susana llegó junto a él, sus ojos centelleaban de la furia que sentía. Veía a todos sus amigos tirados, creyendo que estaban muertos. Abrió los brazos y le hizo señas para que le disparara. Ni corto ni perezoso, Paul le disparó. Cayó con los brazos extendidos. Paul soltó una carcajada. Seguramente Susana creería que era una mártil. Soltó una risita de nuevo. Dos chicas se acercaron a él chillando. Ambas eran rubias de ojos azules. Una parecía mas joven que la otra. Ambas llevaban una pulsera con su nombre. Amelia e Isabella. Amelia era la joven. Isabella, además de ser mayor, tenía un buen cuerpo. Paul las disparó sin pensarselo dos veces...

jueves, 7 de abril de 2011

Collegio D'Amore. Capítulo 14

Lo primero que tengo que decir es que lo siento por no publicar antes, pero es que tuve bastantes exámenes. Espero que aún os acordeis del relato... Aquí va el nuevo capítulo. Disfrutadlo.

Capítulo 14


El secuestro [Parte 3]



    Escuchó un grito en la segunda planta. Sin duda querían distraerlo y alguno de ellos escaparía por la puerta trasera. Seguramente el inútil de Valentino no la estaría vigilando. Suspiró. Entró en la sala en la que haía encontrado a los últimos. Habían estado todos allí, algunos habían escapado a la parte que ya había explorado. Él cerró los ojos. Se estaba concentrando. Intentaba escuchar algún paso. Si no se equivocaba quedaban más de veinte personas en el internado. Y él las encontraría. Era su trabajo. Sin dolor, sin compasión era su lema. Era. Antes seguramente los habría encontrado en unos minutos. Parecía que se estaba renblandeciendo. Suspiró de nuevo. Entonces escuchó unos pasos, después un golpe sordo. Él salió de la sala. Una persona habían caído por las escaleras. Era una chica. Tan joven como las otras, de unos dieciocho o diecinueve años. Era morena. Sus ojos eran de color azul cielo. Llevaba el pelo recogido en un elegante moño. Llevaba un vestido elegantísimo. Seguramente era la típica pija de ese internado. La chica gimió. Parecía que tenía una herida en la pierna. Seguramente había querido escapar, pero había tropezado por sus tacones. Entonces él dejó de avanzar hacia ella. Tenía uno de sus tacones en la mano, parecía tensa también. Él no se acercó. Soltó una carcajada y disparó a la chica. Al hacer efecto el dardo, ella se relajó y soltó el tacón. Se acercó a ella entonces. En su cuello llevaba un collar con su nombre. Alma. Él oyó unos pasos en el piso de arriba. Miró hacia allí. Un chico estaba al final de la escalera. Medio petrificado. No reaccionó muy rápido, por lo que el le pudo disparar un dardo. El chico cayó por las escaleras. Cuando llegó rodando junto a él, vio como era el chico. Era un chico rubio, de ojos azules. De la misma constitución que Blad. A él le parecía que tenía una expresión algo arrogante.

    - Ángel... -murmuró Alma

    Parecía que el dardo de ella no la había echo dormir profundamente. Él apuntó hacia ella. Le disparó. Ella se relajó de nuevo y empezó a dormir. Cogió a la chica y la puso junto a los otros. Después cogió a Ángel e hizo lo mismo. Ya solo le quedaban, si sus cuentas eran exactas, 25 personas. No los mas influyentes, ni los mas importantes. Esos ya los tenía. Pero necesitaba también a los otros. Oyó pasos de nuevo. Un chico con el pelo cobrizo bajaba por las escaleras. Tenía lágrimas en sus mejillas. Él se acercó a Chris.

    - Chris -murmuró- no llores. Hiciste lo correcto.
    - Ella quería ayudarme -dijo señalando a Annia- ella era buena
    - Son todos malos, Chris
    - Irene ni me saludó
    - Irene no recuerda nada
    - ¿Nada? ¿Ni siquiera a ti? -Él negó con la cabeza- Paul, ella te quería ¿por qué vino aquí?
    - Por nada. Ahora Chris abre la puerta y cruzala. Valentino está por vigilando. Te llevará con papá.

    Paul sonrió ampliamente a su hermano y lo observó mientras cumplia sus instrucciones. Cuando Chris salió, Paul empezó a acechar de nuevo. Puerta por puerta. En alguna escucharía un sonido. Un sonido que le indicaría que allí habría al menos una persona de las que buscaba. Por fin en una escuchó algo. Un susurro y uno bien grande. La persona pronunciaba demasiado la "s" (La "s" es la única letras que se escucha en los susurros. Para que no te encuentren si alguna vez estas en esa situación usa la "z" en su lugar). Abrió la puerta delicadamente. Sin hacer ruido. Era una habitación. No se fijó en ella. Solamente se fijó en las dos chicas que habían sentadas en el suelo. Llorando e intentando consolarse la una a la otra. Al estar llorando no vieron a Paul. Éste se escondió bajo la cama. Fue rodando entre ellas hasta que tuvo a las chicas frente a él. Por lo que había podido escuchar se llamaban Blair y Clare. Blair era rubia. Sus ojos eran azules. Era guapísima. Por lo que pudo oir tenía 21 años. Era estadounidense y sus padres no la podían controlar, por la que la llevaron al "WhiteSoul". Clare, sin embargo, era morena. Sus ojos eran también azules, aunque más oscuros que los de Blair. Ella era guapa. Era francesa. Ella había optado por ir al "WhiteSoul". Nadie la había obligado a ir. Debajo de una cama, Paul sacó su arma. Primero apunto a Clare. Disparó. Ella cayó en los brazos de Blair. Antes de que ésta se diera cuenta, tenía un dardo tranquilizante clavado en un brazo. Entonces pasó algo inesperado. Un chico entró a la habitación. Tendría unos diecisiete años. Era rubio. Sus ojos eran de color verde esmeralda. Era alto, delgado y musculado. Paul le miró. Mientras, Edward intentaba despertar a ambas chicas. Éste se dio cuenta de lo que pasaba e intentó buscar a Paul. Éste salió de su escondite. Edward se lanzó sobre él. Antes de que Paul se diera cuenta su arma estaba en el suelo. Un puño impactó en su estómago varias veces. Después, el puño de Edward impactó en la mejilla izquierda de Paul. Éste cayó al suelo. Rodó hasta su arma y disparó a Edward. Frunciendo el ceño, le propinó una patada en el estómago. Oyó unos tacones. Tap tap tap. Se alejaban de la habitación. Paul salió rápidamente. Tap tap tap. Bajaba por la escalera. Entonces la vio. Era una chica de unos diecisiete o dieciocho años. Era pelirroja. Sus ojos eran de color marrón chocolate, los distinguió cuando miró sobre su hombro. Era muy guapa. Tap tap tap. Llegó al pie de la escalera. Tap Tap Tap. Junto a la puerta... Paul solo tendría una oportunidad. Disparó su dardo. La mano de Cleo estaba acercandose al pomo... Se oyó un grito y Cleo cayó. El dardo le dio en la pierna derecha. Se oyó otro grito. Alguien se acercó a Cleo. Era una chica de unos diecinueve años. Rubia, ojos azules. Guapa, pero no tanto como las demás. Murmuraba algo como "Cleo soy Cris. Despierta". Paul bajó por las escaleras tranquila y lentamente. No había prisas. El dardo contenía una gran cantidad de somnifero. Llegó junto a la tal Cris. Antes de que levantara la cabeza, tenía clavado un dardo en su estómago. Paul soltó una carcajada, preguntandose quien sería el siguiente en caer.