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Enlazamé

jueves, 8 de diciembre de 2011

Collegio D'Amore. Capítulo 19.

Capítulo 19


El despertar [Parte 2]



Edward estaba demasiado dolido para hablar con nadie. Entre Iker y Jacob le habían separado de la multitud. Antes de que ellos dijeran algo, Edward se apartó. La sala estaba llena, pero aún así había varios espacios vacíos. Corrió hacia uno de ellos. Corrió hacia el rincón derecho de la sala. Allí solo había una persona. Una chica rubia que Edward siempre reconocería. Era Helen. Se sentó a su lado. Ella le miró sin decir nada. Suspiró y miró a los ojos de Edward. Edward le devolvió la mirada sorprendido. Helen nunca le había mirado así. Parecía que sentía una pizca de lástima y mucho arrepentimiento.

- Lo siento -dijo ella- Tendría que habértelo dicho
- No es tu culpa, Helen
- Si te lo hubiera dicho sería mejor. Hubieras cortado por lo sano y sin sentir tanto dolor.
- Lo habría sentido de todos modos...
- Ya...
- ¿Por eso eras tan borde?
- En parte
- ¿En parte?
- En realidad con mi bordería estaba dándole a entender a Cleo que no se liara con Jace... Lo siento
- No pasa nada
- ¿Seguro?
- Claro. No te sientas mal

Edward le sonrió levemente. Ella le devolvió la sonrisa. Estaba algo ilusionada. Siempre le había gustado Edward, pero su mejor amiga se lo había quitado. Edward se acercó lentamente a ella y le susurró al oído algo. Le dijo que parecía que eran los dos marginados de la sala. Helen rió. Su risa era dulce. Edward se sorprendió levemente. Nunca había oído reír a Helen. Antes de que pudiera pensar algo más, Helen apoyó su cabeza en su hombro derecho. Edward, algo extrañado, la miró. Tenía los ojos cerrados. Había sido un día muy largo. Edward besó los cabellos de su compañera de marginación y cerró los ojos también. Confiando en dormir, aunque fuera solo una hora.

En otro de los espacios, en el rincón izquierdo que estaba vacío, estaba una chica morena y muy guapa. No había logrado encontrar a su novio y le echaba realmente de menos. Lloraba. Las lágrimas recorrían sus mejillas. Sus preciosos ojos estaban cerrados. Creía que se había llevado a su novio. Eso no lo podía soportar. Suspiró. Unos pasos se acercaron a ella. Sara giró la cabeza. Alguien se sentó junto a ella. Seguramente para consolarla. Empezaron a acariciarle los cabellos. A jugar con algunos mechones. Ella recordó que Iker siempre hacia eso. Abrió los ojos lentamente. Junto a ella estaba él. Estaba Iker. Antes de que éste se diera cuenta de algo, ella ya se había lanzado a por él. Cuando encontró sus labios los besó con urgencia. Le había creído muerto... o algo peor. Iker se dejó besar por Sara. Cuando ésta dejó de sentir tal urgencia, Iker paró. Besó su mejilla.

- Estoy bien -le susurró él en su oído- Nunca dejaría que nos separaran
- Estuve muy asustada, Iker
- No te preocupes amor -le dijo él cariñosamente- Ya estoy aquí
- Me alegro

Mientras, en otro de esos espacios, una chica estaba apoyada en la pared. Ella también lloraba. Echaba mucho de menos a su familia. Sobre todo a su hermana pequeña. Empezó a sollozar. Alguien salió de un círculo de personas cercanos y se acercó a ella. Se sentó junto a ella y le ofreció algo. Alma lo cogió. Era un pañuelo. Le dio las gracias sin mirar a la persona que se lo había dado. Se secó las lágrimas. Después le miró. Era un chico. Tenía los pelos de color negro y algo largos. Sus ojos eran de color negro. Estaba algo musculado. Era Leo.

- Gracias, Leo -susurró ella
- De nada -dijo él- ¿Necesitas algo?
- No gracias -respondió ella
- Yo creo que sí
- Dejamos de salir hace meses, Leo -Notó una punzada en la barriga y gimió
- ¿Te pasa algo?
- No, Leo -gimió de nuevo- Dejame ¿vale?
- No te dejaré
- Dame una buena razón y dejaré que estés aquí.
- Te quiero -Alma se sonrojó levemente- Te sigo queriendo aunque me dejaras sin motivo. Te querré siempre, Alma...
- Lo voy a comprobar ahora -dijo ella
- ¿Cómo? -preguntó él algo curioso
- Estoy embarazada... de tres meses

Ella, preparada para el rechazo de Leo, se sorprendió. Él solamente se rió. La abrazó por los hombros y besó su cabello. No le importaba. Alma se sorprendió aún más cuando Leo acarició su barriga y la besó en la mejilla. Parecía que quería al niño también. Sonriendo acarició la mano de Leo. Él la miró y la besó. Lenta y cuidadosamente. Leo acercó su boca al oído de Alma. Le susurró algo. Le susurró dos palabras. Las palabras eran "Os quiero"...

Mientras, una chica rubia caminaba por la sala distraída. Había estado buscando a sus amigas, pero ellas estaban ocupadas cotilleando unas con las otras sobre las nuevas parejas que se acaban de formar, sobre la nueva amistad de Aitor y Blad... Eso era lo único que no les gustaba de ellas. Mientras se cruzaba con la gente la saludaba alegremente. Ellos le miraban de forma extraña. Parecía que era la única alegre por lo que les había pasado. Amelia pensaba que estaba feliz porque no les habían matado, pero los otros parecían que veían el vaso medio vacío. Por allí el pesimismo estaba al poder. Suspiró levemente. Al final acabó junto a la gruesa puerta. Allí había algunos chicos fumando. A Amelia no le gustaba nada el olor del tabaco, por lo que se dio la vuelta dispuesta para irse. Alguien la cogió del brazo y la paró. Era un chico moreno de ojos azules. Era Max. Amelia le sonrió alegremente.

- ¿Quieres un piti? -el dijo. Amelia alzó una ceja- Vale, creía que con todo esto cambiarías de idea...
- Aunque relaje no fumaré, pero gracias por ofrecérmelo
- De nada -respondió él. Tiró el cigarro que tenía en la boca y lo aplastó con la suela de su zapato-
¿Buscas a alguien?
- A nadie en particular
- Amelia nunca te dijeron que estás un poco loca ¿verdad?
- Pues no -respondió algo sorprendida- Bueno a veces, cuando Natha y yo nos poníamos a cantar...

Max rió levemente. A Amelia le gustó aquel sonido. Poca gente se reía en aquellas situaciones. Amelia le sonrió ampliamente. Él le devolvió la sonrisa. Siempre le había gustado Amelia, pero nunca se lo había dicho por temor a que dijera que no. Max estuvo un rato debatiendo con sigo mismo. Si se lo decía podría obtener dos respuesta. Una ya la tenía, así que... ¿por qué no proponerselo?

- Estás muy pensativo -le dijo ella- ¿Te pasa algo?
- La verdad es que si...
- ¿Qué te pasa?
- Te quería proponer una cosa
- Adelante pues -dijo ella algo curiosa
- ¿Quieres salir conmigo?
- ¿Qué? -Esa pregunta la dejo muy descolocada. Le había gustado Max desde pequeña. Él abrió al boca. Antes de que dijera nada ella respondió- Sí, quiero

Ambos se sonrieron ampliamente. Él se acercó tímidamente. Ella esperaba impaciente. Sabía que él no se iba a decidir, así que se acercó a él y juntó sus labios. Sus labios encajaron bien. Se movieron al unísono durante un largo rato. Las personas que había junto a ellos parecía que no se habían percatado, o no querían interrumpirles. él la cogió de la nuca para hacer más profundo el beso. Cuando terminaron, ambos estaban algo acalorados. Max le cogió la mano a Amelia y sonriendo fueron hasta un rincón más apartado de la gente.

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